lunes, 22 de septiembre de 2014

La atención

La atención va a ser la principal herramienta de trabajo y aquí vamos a investigar un poco lo que significa.  La mayoría de las ocasiones se asocia la meditación con concentrarse.  Eso es debido a que muchas técnicas de meditación se basan en centrar la atención hacia un objeto como puede ser la respiración, el sonido, una visualización, etc.  Y esto nos lleva a creer que hemos de esforzarnos y controlar nuestra mente de tal manera que no nos descentremos y los pensamientos no nos molesten en la tarea de estar concentrados en ese objeto elegido.  Estas técnicas de meditación son muy utilizadas en la mayoría de tradiciones de la sabiduría  como el budismo,  y son útiles para traer la atención al momento presente.  Adyashanti recomienda utilizarlas al comienzo de la meditación para ayudar a centrar la mente, para después soltar la técnica y comenzar lo que él llama la “ meditación auténtica”.  Yo creo que es bueno conocer algunas técnicas e investigar cada cual para saber cual nos  funciona y utilizarlas en aquellos momentos que sintamos interiormente la necesidad de usarlas.  Por ejemplo,  centrarse en la respiración es algo que utiliza mucha gente, porque ayuda a calmar la mente y sentirse más centrado.

Pero el sentido profundo de la meditación es el atender a lo que ocurre en la mente para ir comprendiendo cómo funciona .  Utilizar la meditación para que nos aporte calma mental,  a través de técnicas de concentración,  es posible,  y puede ayudarnos a encontrar una cierta paz mental,   pero como dice Yongey Mingur Rimponché,  es como la paz de un zombi.  Es conseguir una paz  momentánea pero que en nada nos va a ir ayudando a conocernos y descubrir nuestra verdadera naturaleza. Por tanto, meditar no es controlar.  Se trata de observar,  y no intentar detener lo que está ocurriendo.    Hay que permitir que se manifieste todo aquello que llevamos dentro.

Para meditar hay que poner en práctica esta atención consciente,  que es esa atención que puede tomar conciencia de nuestros pensamientos, emociones, sensaciones,etc.  Cuando nos sentamos a meditar esa atención es débil,  por unos breves instantes podemos estar presentes y atentos a lo que ocurre,  pero en seguida nos encontramos sumergidos en nuestros pensamientos ( quizá nos pongamos a pensar de algo que ocurrió en el trabajo,  o me acuerde que tengo que poner una lavadora, o cualquier tontería) y al cabo de un rato nos damos cuenta que hemos estado dormidos otra vez.  En ese momento de desconexión de la atención,  simplemente y con amabilidad volveremos a estar atentos a los movimientos de nuestra mente.  Y así , con paciencia, poco a poco,    iremos  practicando lo que en las tradiciones orientales han llamado la “Conciencia Testigo”. Es esa conciencia que se da cuenta,  que observa.  Podemos mirar un cuadro,  la conciencia testigo sería aquella que se da cuenta que estamos mirando un cuadro.

Así a medida que nos vamos familiarizando con nuestra mente,  iremos siendo cada vez más y más conscientes de cómo trabaja.  Y a través de esa consciencia testigo ,  iremos siendo observadores de todo aquello que sentimos, pensamos,... Dejaremos de involucrarnos e identificarnos con nuestras películas mentales,  lo cual aportará más ecuanimidad y serenidad a nuestras vidas.  Podremos ir dejando poco a poco de vivir a merced de nuestras emociones y creencias y ser más dueños de nuestras vidas. Si cuando ocurre algo que me molesta ( por ejemplo alguien dice algo que me siento agredido), en vez de reaccionar según lo programado habitualmente ( echándome a llorar, o poniéndome agresivo, etc)  podemos observar lo que nos está pasando, nuestras reacciones dejaran de ser las habituales y podrán estar más ajustadas a la situación vivida.

En la meditación,  ya hemos visto, la importancia fundamental de la atención.  Pero esta atención también debe de regularse.  Y he aquí un aspecto clave a la hora de meditar y donde cada persona deberá ir investigando para encontrar un equilibrio.  A veces, si la atención es muy intensa,  podemos acabar agotados e incluso con dolor de cabeza.  Si es muy débil,  nos veremos sumergidos en pensamientos, ensoñaciones, adormilamiento,  y nuestra meditación carecerá de viveza.  Es como una cuerda de guitarra.  Si la tensas mucho se puede romper.  Si está floja no suena.  Hay que tensarla adecuadamente para que la nota suene bien.  Así también hay que encontrar ese punto con la atención y es el trabajo con el que nos encontramos todos los meditadores.