viernes, 5 de enero de 2018

El buscador Advaita


Cuando uno es un buscador espiritual y sobre todo al comienzo,  se va buscando la orientación que ofrecen los distintos maestros o autores con el fin de calmar un poco las ansias de conocimiento y con el fin de mitigar el miedo que se siente cuando estamos en este proceso de deshacernos de todo aquello falso y que no es la Verdad.  Esto nos adentra en un terreno pantanoso en el que al ir perdiendo las referencias que conformaban nuestra identidad y que nos orientaban en la vida,  nos podemos sentir  confusos, desorientados y con un poco o mucho  vértigo y sensación de caída al vacío.


Sobre todo, aquellos que nos hemos sentido atraídos por las enseñanzas de la No dualidad y hemos leído autores más radicales , de los que se llaman Neoadvaitas,  como Tony Parsons,  el desconcierto aún puede ser más grande,  ya que  no proporcionan ningún aliciente a un ego sediento de esperanzas, métodos u orientaciones.  Este mismo autor no entiende que al despertar se llegue a través de un proceso en el tiempo, ni gracias a ningún método o técnica.  Su  enseñanza sólo  es un señalamiento de la Unidad, la seidad, Lo que es,  y el descubrirlo parece que sólo es debido a una especie de gracia.     Visto así poco sentido tiene entonces que uno asista a sus charlas,  en cambio él mismo dice que el mero hecho de estar presente y escuchar su mensaje puede provocar esa gracia.

Claro que cuando salimos de la mente,  no existe ni el tiempo ni el espacio y claro que no tiene sentido de hablar de proceso en el tiempo,  pero si que visto desde una perspectiva temporal, que es la que nuestra mente conoce,  es claro que para poder escuchar ese tipo de enseñanzas si se ha de dar una maduración.  Y esta maduración se ha dado cuando hemos ido pudiendo ver lo falso como falso, investigando,  haciendo silencio,   y el ego se va quedando sin energía.  Nisargadatta ,por ejemplo, decía que la meditación no conduce al despertar pero sí que ayuda a reducir los obstáculos hacia la misma.  Cuando estamos muy identificados con la mente,  somos como los drogadictos.  Estamos completamente enganchados la  energía mental,   que es pensamiento,  y nos es imposible escuchar una enseñanza que nos habla de vivir trascendiendo la zona pensante,  donde dejamos de controlar la Vida,  y dejamos que la Vida ocurra a través de nuestro cuerpo-mente.  Un salto cuantitativo demasiado aterrorizador para el ego.  Pero también entiendo que una enseñanza así de radical es perfecta cuando se da esa maduración.  Quizá puede ser un  empujón necesario para dar ese último paso hacia el infinito.