Mucho se habla hoy en día de salir de la "zona de confort". Se trata de enfrentarnos a nuevas situaciones, superar nuestros miedos, adaptarnos a los cambios,...Y parece que con eso consigues salir "empoderada", con la autoestima más alta, con el ego más engrandecido, y con ganas de comerte el mundo. Está bien hacer el sueño menos amargo... Pero yo veo que salir de la zona de confort es salir de la prisión de esa identidad con la que nos hemos acostumbrado a vivir. Es como una contracción energética y nos resulta tan familiar que es como decía Wayne Liquorman, una piedra en el zapato que lleva toda tu vida en el pie y hasta que no te la quitas ni te habías dado cuenta que estaba ahí. O a mí, me pasa a menudo, cuando hay un sonido de fondo continuo del que no te has dado cuenta, solo lo siento cuando para y me digo: ¡qué alivio!. Pues con nuestra identidad pasa lo mismo. Necesitamos experimentar el contraste para comprender que nos sobra y que en realidad es muy muy molesta. Solo liberados de ella se vive la auténtica libertad. En realidad, es doloroso cuando te das cuenta de que la mayor parte de tu vida vives como un prisionero de tu propia mente.
De alguna manera, cuando vivías con la piedra en el zapato, sin saber que podía haber algo mejor, eras más conformista. Después de sentir, aunque sea por unos segundos, tu pie liberado, cuando andas con la piedra sientes mucha nostalgia de aquella liberación que has experimentado.
Pero el problema es como su propia palabra dice, que la "zona de confort" es lo conocido, lo que nos resulta más familiar y por lo tanto de lo que realmente nos da mucho miedo salir. Así, cuando tienes un atisbo de desaparecer en el Océano Silencioso, en el Absoluto, en Dios... y no me refiero a un atisbo de estar en la presencia, o en la consciencia, o en el Silencio, lo cual es mucho más amable.
Lo que pasa entonces es que no solo se disuelve tu estructura egoica, sino también tu "eseidad", tu identidad como consciencia,... En fin... complicado explicar lo inexplicable. La cuestión es que cuando tienes un atisbo de esa magnitud, puede entrar mucho miedo, porque te adentras en un terreno desconocido, donde sientes una total aniquilación de todas tus referencias...Aniquilación total y absoluta. Ni pensamiento, ni ego, ni consciencia, ni sensación de "Ser"... Nada conocido... inmersión el el Misterio insondable. Cuando el ego vuelve para contarse lo que ha pasado dice: Uauuuuu... Caray! En realidad, no sabía nada de nada. Y en realidad, no sé si estoy preparada para desaparecer. De alguna manera, todavía estoy encariñada con esta danza divina. Es como el síndrome de Estocolmo, sé que no soy libre, pero es mi zona de confort.