Muchas veces se desea utilizar la
meditación para obtener unos beneficios a corto plazo como cierta paz mental,
relajación física, disminución del
stress. Esto es muy legítimo. A todos nos gusta estar libres de
sufrimiento. Pero en la meditación de la que yo hablo este no
debería ser nuestro objetivo principal.
La grandeza de la meditación va más allá que ceñirla a la consecución de
ciertos estados físicos o mentales.
Comprender nuestra mente, comprender quienes somos, es abrirse a la fuente de la vida. Abrirse a aquello donde reside la paz, el
amor y libertad profundas. Es ir
haciendo un camino para descubrir que todo aquello que anhelamos y deseamos
fuera de nosotros, no es nada comparado con descubrir cual es nuestra verdadera naturaleza.
La meditación , no significa controlar la mente para dejarla en blanco y no pensar y de esta manera conseguir una calma mental. Esta lejos de la idea de control o manipulación de nuestros pensamientos o emociones. Y eso es lo primero que tenemos que investigar cuando nos pongamos a meditar. La meditación es el proceso de traer la atención consciente a cualquier cosa que nos encontremos. Se trata de observar todo lo que aparezca en la mente, sin rechazar nada. Ser conscientes de lo que pasa por nuestra mente momento a momento. Este punto del control es de vital importancia, pues es un error común que puede dar lugar a un fracaso estrepitoso a la hora de meditar. A mi mes gustó leer a Adyashanti, un maestro espiritual americano. En uno de sus libros habla sobre su experiencia personal con la meditación. El estuvo muchos años, cerca de 20, practicando meditación Zen, muchas horas al día, sin que este gran esfuerzo obtuviera los resultados que él esperaba. Llegado un momento de gran desesperación, investigó sobre estos problemas y se dio cuenta de la importancia de la actitud con la que nos sentamos a meditar. Después he oido a muchos maestros hablar de la misma manera en el sentido de que no son tan importantes las técnicas que utilices al meditar como la actitud a la que te enfrentas cuando lo haces.
La actitud
¿ Y cual es la actitud? Es una actitud de respeto, apertura, no
control de todos los fenómenos que vayan ocurriendo en nuestra conciencia. Normalmente , sobre todo en las primeras
meditaciones, la mente va muy
deprisa, un tropel de pensamientos en
cascada van apareciendo. Esto nos hace
sentirnos inquietos , y con la sensación de que no sabemos meditar. Es la primera queja de la mayoría de los
meditadores. Pero eso le ocurre a todo
el mundo, incluso a los meditadores experimentados. La mente nunca para, es su función. Además hemos adquirido a lo largo de nuestra
vida muchos hábitos mentales que son muy difíciles de parar. Nuestra actitud no debe ser la de intentar
controlar la mente, nunca. Como dice Adyashanti:
“ ¿ Es que acaso podríamos alcanzar nuestro estado natural mediante la manipulación y el control?”.
“ ¿ Es que acaso podríamos alcanzar nuestro estado natural mediante la manipulación y el control?”.
Esta actitud es complicada y la
hemos de revisar continuamente. Estamos
acostumbrados a que con nuestro esfuerzo y voluntad personal vayamos a conseguir todo lo que nos proponemos. Pero la meditación no sigue estas
reglas. Todo lo contrario. A más intento de manipular nuestras
experiencias, de controlar lo que va surgiendo, de intentar conseguir
algo, más frustados se verán nuetros
intentos de meditar. Se que esto va en
contra de la mayoría de las creencias de la gente, ya que vivimos en una cultura donde prima
slogans del tipo: “ Si tu quieres, tu puedes”, etc. Pues, esta actitud debemos tener muy claro
que no nos ayudará. Hemos de permitir
que que se manifieste todo aquello que llevamos dentro, pensamientos, emociones, miedos, etc. Y con una amor, acoger todo aquello que en el presente va surgiendo. Y entonces uno se
preguntarà: “¿si no he de hacer nada y
permito que todo salga a la luz, que voy a conseguir
con esto de a meditación? Quedaré a la
merced de mis pensamientos y emociones y eso puede ser un desastre. Yo lo que quiero es controlar mi mente, que
no me domine...Agggg. “
Tranquilidad, porque cuando uno medita, es verdad que al
comienzo al no estar acostumbrado a mirar las fluctuaciones de nuestro mundo
interior, podemos ser muy conscientes de
que nuestra mente está todo el día parloteando y eso puede ser un poco
molesto. Pero si conseguimos pasar esa
barrera de incomodidad, iremos descubriendo
que poco a poco cuando reposamos nuestra mente en su estado natural, sin intentar detener lo que vaya
ocurriendo, un espacio de paz se va abriendo en nuestro interior.Como dice Adyashanti:
Acogemos toda nuestra experiencia, tanto la que tiene lugar en el
interior como en el exterior. Cuando
acoges en tu consciencia toda la experiencia, empieza a surgir orgánicamente un
cierto tipo de quietud. Es una quietud
que está relacionada directamente con esta capacidad de abrirse a todas las
experiencias, no sólo a las que son cómmodas y agradables. Aunque tengas la mente muy agitada, si dejas
de juzgar tu mente por estar agitada, aun en la agitación misma, estará la
quietud.