domingo, 27 de noviembre de 2016

La raiz del sufrimiento

En vez de " Love is in the air",  yo más bien percibo, " Frustration is in the air".  No es que sea pesimista, pero observo una gran insatisfacción  en la mayor parte de las personas.  El otro día estuve con una amiga que le va muy bien la vida, y es muy féliz,  y la verdad que es que se me hacía extraño escuchar a alguien que dice que se siente tan dichosa.

Las interpretaciones del porqué de esta frustración general pueden ser de lo más variadas, pero por experiencia se que todas esas interpretaciones son de la mente,  y que todas ellas, si les seguimos el rastro, nos llevan a la única y fundamental, que es la separatividad.  Esa separatividad,  esa sensación de aislamiento, de desarraigo de nuestra Unidad fundamental, es primitiva  y muy profunda.  Esa separatividad es quizá uno de los sentimientos más dolorosos  que experimenta un ser humano y nos conduce  a escapar continuamente de él de mil maneras.   Normalmente se mantiene bajo control, y suele estar de una manera latente, acechando para salir en cualquier momento de vulnerabilidad.  Cuando muere alguien cercano, cuando rompemos con nuestra pareja, un hijo se va de casa,   cuando nos quedamos solos, nos echan del trabajo, cuando nuestras expectativas de la vida se rompen en mil pedazos... Muchas de estas situaciones reavivan ese sentimiento que ha podido estar bajo control durante una temporada y nos coloca en la situación de enfrentarnos a un dolor muy profundo. Aunque  este dolor fundamental también parece operar de una manera más sigilosa en la mayoría de las personas la mayor parte del tiempo, en forma de  una insatisfacción general con la vida.

Normalmente se hace insoportable enfrentarse a ese sentimiento tan desolador y la sociedad de hoy en día nos pone al alcance de nuestra mano un sinfín de entretenimientos de lo más variados con tal de no sentir nuestro lado humano abiertamente, al desnudo.   Benditos smartphones con el washup o  facebook, que ya ni siquiera nos permiten contactar con nosotros ni en los trayectos en metro o autobús, ni cuando vamos al w.c.  

Pero si uno es capaz de quedarse ahí, con esa sensación, uno se da cuenta que es algo muy físico, es una emoción, una energía que incluso se puede localizar de forma física en la zona del pecho.  Como si nos desgarrasen el corazón.  Me doy cuenta de que cuando hay este dolor,  la mente comienza a pensar más de lo habitual, y se remonta al pasado, rememorando aquellas ocasiones en las que una se sentía bien.  Entonces se pone nostálgica y echa de menos las situaciones o las personas con las que se encontró más unida al mundo.  Pero también la mente se proyecta al futuro, inquieta en buscar algo que cree que nos hará sentirnos más en Paz y reconciliados con la Vida.  Así nos pasamos la vida,  entre recuerdos el pasado , y maquinando  una manera de sentirnos mejor en el futuro ( una nueva pareja, un viaje, un cambio de casa, un nuevo proyecto,..). Aquí operan las esperanzas, incluso las espirituales.   Y como decía J. Lennon: " La vida es aquello que pasa mientras yo hago otros planes".

Pero si somos capaces de quedarnos disponibles, y acoger esa energía dolorosa, darle un espacio para que se exprese,  sin interpretar nada,  podremos descubrir que solo es eso, una energía que quiere ser vivida. Porque reprimirla es como si barriéramos el suelo y echásemos toda la mierda debajo de la alfombra.   Algún día habrá que enfrentarse a esa realidad que hemos estado escondiendo, y que con el paso de los años lo vamos notando en forma de bloqueos  en el cuerpo, dolores, enfado, ira, frustación.   Y  como no hemos dejado fluir esas energías, el malestar lejos de menguar,  va in crescendo. 

Permaneciendo  ahí, con ese dolor que a veces parece insoportable, él  será el rastro que nos conduzca a  la fuente de nuestra verdadera naturaleza y entonces nos daremos cuenta que hemos encontramos lo que estábamos  buscando, y que eso que siempre buscamos , nunca está fuera de nosotros. ¡ Qué alivio!  Y que féliz es una Siendo y no haciendo.